Tecno | Fecha: 2016-10-30
El Anillo de Fuego: "La tierra temblará durante meses"
El pasado 16 de abril, hubo un terremoto de 7,8 grados en Ecuador. Fue uno de los de mayor intensidad registrados en la historia de esas tierras. El análisis de geofísicos sobre el fenómeno. ¿Qué consecuencias dejó para el mundo?
Tanto Japón como Ecuador se encuentran en el llamado Anillo de Fuego,
una zona de alta actividad sísmica y volcánica situada en las costas del
océano Pacífico, que se extiende a lo largo de más de 40.000
kilómetros. Lars Ceranna, del Instituto Federal para Ciencias Geológicas
y Materias Primas (BGR, por sus siglas en alemán), no descarta que
exista una relación entre los sismos de 6,5 y 7 grados que sacudieron
Japón el pasado 14 y 15 de abril, así como el de 7,8 grados que se
registró el 16 de abril en Ecuador.
Además, dice que la probabilidad es extremadamente baja. “Los terremotos
en Japón tuvieron lugar en una placa tectónica diferente, la Placa
Filipina. Entre ésta y la Placa de Nazca, donde se originó el sismo en
Ecuador, se encuentra la Placa Pacífica”, explica en entrevista con
Deutsche Welle.
Quien comparte esta opinión es el geofísico Klaus-G. Hinzen, de la
Universidad de Colonia: “La proximidad temporal no necesariamente
significa que haya una relación inmediata entre los sismos”. Ambos
concuerdan en que la enorme presión que se liberó en el movimiento
telúrico en Ecuador puede producir otros sismos en la región vecina.
Por su parte, el Dr. Hinzen señala que hasta ahora se han registrado más
de una decena de réplicas de magnitud superior a 4,5 grados y que puede
durar semanas o meses hasta que cesen. Por lo general, las réplicas más
fuertes ocurren en las primeras horas y días tras el terremoto
principal. Estas pueden alcanzar una magnitud de hasta un grado menor al
sismo principal, por lo que existe la posibilidad de que todavía se
registre una réplica mayor a 6,5 grados, dice el geofísico alemán.
En el caso de Ecuador, la placa oceánica colisiona con la placa
continental: la Placa de Nazca se sumerge debajo de la Placa
Sudamericana a una velocidad anual de aproximadamente siete centímetros.
Sin embargo, en algunas partes las placas se traban y, como
consecuencia, se acumula presión durante décadas e incluso siglos. La
enorme energía que es liberada al romperse las placas produce los
sismos.