Las conejitas lo lloran: murió Hugh Hefner, el fundador de Playboy

Hugh Hefner, fundador de la revista Playboy y magnate estadounidense, murió anoche en su casa en Beverly Hills, a los 91 años.

Murió rodeado de sus seres queridos en su legendaria residencia, la legendaria Mansión Playboy. Playboy es una de las marcas más icónicas de los Estados Unidos, símbolo del entretenimiento erótico masculino. Fundó la revista en 1953 y fue una sensación desde el primer número: logró conseguir unas fotos de Marilyn Monroe para la portada.

LA MÍTICA MANSIÓN

En enero de 2016,Hefner había puesto en venta su emblemática mansión situada en el exclusivo barrio residencial de HolmyHills, muy cerca de Beverly Hills.

El empresario pide 200 millones de dólares  había puesto una insólita condición de venta: que lo dejen seguir viviendo allí hasta su muerte.

Según consignó el portal TMZ, el empresario de 91 años estaba dispuesto a deshacerse del codiciada propiedad con el objetivo de financiar algunas de las deudas de su editorial, que hace sólo algunos meses anunció que dejará de publicar los sensuales desnudos de sus modelos. Pero no dio el brazo a torcer.

Quien compre la mansión de 1952 metros cuadrados deberá no sólo aceptar como inquilino al magnate, sino que tampoco tendrá acceso a su dormitorio. La habitación no está siquiera disponible para aquellos que quieran visitar la propiedad con intenciones de compra.

COMODIDADES

La mansión posee tres edificios destinados a zoológicos y pajareras, un inmenso jardín, la famosa pileta en la que Hefner organizó las míticas fiestas con sus conejitas, un cementerio de mascotas, cancha de tenis, cascada y hasta una cancha de básquet.

Con 22 habitaciones, la propiedad y sus dos pequeñas mansiones anexas, se convirtieron en uno de los desarrollos inmobiliarios más imponentes del barrio: tiene, además del edificio central televisado en un reality, una casa de juegos y otra para recibir invitados.

SÁBANAS SUCIAS Y OLOR A PERRO: LOS SECRETOS OSCUROS DE LA MANSIÓN

Aunque invierte fortunas para que su staff de empleados mantengan las instalaciones en perfecto estado, Izabella St. James reveló en su libro Bunny tales: behind closed doors que el dormitorio del empresario de medios es uno de los más sucios del lugar.

“Hef estaba acostumbrado a tener alfombras sucias. La de su habitación no había sido cambiada por años y todo empeoró cuando HollyMadisonse mudó a su habitación como la novia número uno y llevó con ella a sus dos perros. No estaban entrenados y hacían sus necesidades en la alfombra”, señaló horrorizada.

SÁBANAS VIEJAS Y PERCUDIDAS

Los lujos quedan sólo para las fiestas y los invitados internacionales. “Hacíamos todo lo posible por decorar nuestras habitaciones y que se parezcan más a un hogar, pero nos daban sábanas y acolchados que daban asco de lo viejas, manchadas gastadas que estaban”, sumó Izabella, una de las mayores críticas de Hefner.

REPORTE SEMANAL AL ESTILO MILITAR

Los viernes, según St. James, era el día elegido por el empresario para que sus conejitas le rindieran cuenta de sus actividades a cambio del pago semanal: mil dólares. “Teníamos que ir a su habitación. Era el momento en el que aprovechaba para quejarse de todo lo que no le gustaba sobre nuestra relación. En especial, si las novias no participábamos mucho de las fiestas sexuales que él organizaba”, denunció.

CONTROL Y EL REGLAMENTO DE CONVIVENCIA

“Si hacías algo mal, te llegaba de inmediato un correo electrónico. Había un estricto código de conducta. Hasta armaron reglas sobre cómo debíamos usar Instagram y Twitter”, se quejó Mellisa Howe. “Tampoco podíamos llevar chicos a la mansión. Esa era la regla número uno: nada de chicos. Esa fue la principal razón por la que nos fuimos”, sumó Karissa Shannon.

EL MITO DE LAS FIESTAS LOCAS

Aunque hizo del desenfreno su marca registrada, las ex conejitas denunciaron que la intimidad con Hefner era triste. “Simplemente se quedaba tirado en su cama, con una erección falsa. Y hacía que las chicas se subieran arriba de él por dos minutos, mientras las otras lo alentaban con gritos”, recordó Jill Ann Spaulding.

“Es como estar con un abuelo. Hace poco tuvieron que llamar a la enfermería porque Hef se había caído en la gruta (el sector reservado de la pileta)”, agregó Carla Howe.